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En los últimos años, el país asistió a la implantación de varias políticas públicas para la superación de la pobreza y la mejora de la calidad de vida de la población. En las áreas rurales, se destaca el Programa Bolsa Verde, novedoso por combinar la transferencia de ingresos con el estímulo a la conservación de la biodiversidad.
El Programa, creado en 2011 en el ámbito del Plan Brasil Sin Miseria, establece el pago de un beneficio trimestral de R$ 300 a familias extractivistas en situación de extrema pobreza, de ingreso inferior a R$ 77 por persona, que viven en Unidades de Conservación de Uso Sostenible (como selvas nacionales, reservas extractivistas, áreas federales de desarrollo sostenible y asentamientos ambientalmente diferenciados). La iniciativa también alcanza a poblaciones ribereñas, indígenas y quilombolas, además de otras comunidades tradicionales.
En junio de 2014, 60 mil familias cobraban el Bolsa Verde. Además del pago del beneficio, el programa incentiva el manejo sostenible del medio ambiente, promueve la ciudadanía y estimula la participación de los beneficiarios en acciones de capacitación ambiental, social, técnica y profesional, lo que les permite aumentar todavía más el ingreso y promover su emancipación y autonomía.
Vea el reportaje de la NBR sobre el Bolsa Verde
En 2013, durante el II Llamado de los Pueblos de la Selva, el gobierno Dilma anunció inversiones de R$ 712 millones hasta 2016 para acciones de asistencia social y extensión rural destinadas a las poblaciones extractivistas de la región amazónica.
Esas acciones incluyen la destinación de R$ 11,7 millones para la formación de 10 mil líderes extractivistas en las regiones atendidas por el Programa Bolsa Verde e inversiones de R$ 123 millones para el fortalecimiento social y económico de las organizaciones extractivistas. Asimismo, se destinarán R$ 223,2 millones a la asistencia técnica y a la extensión rural.
Entre 2003 y 2014, los gobiernos Lula y Dilma trabajaron bajo la perspectiva de que la eficacia de la preservación ambiental está vinculada a la garantía del derecho al territorio ocupado por los pueblos y comunidades que, tradicionalmente, usan los recursos naturales de manera armónica.
Vea algunos puntos fuertes de esa política, que combina preservación ambiental e inclusión socioterritorial: