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El Bolsa Familia es el mayor programa de transferencia directa de ingresos del mundo. El programa integra el Plan Brasil Sin Miseria y beneficia a familias en situación de pobreza y de extrema pobreza en todo el país.

 

El Bolsa Familia tiene como foco de actuación los brasileños con ingreso familiar per capita inferior a R$ 77 mensuales y está basado en la garantía de ingreso, en la inclusión productiva y en el acceso a los servicios públicos.

 

Todos los meses, el gobierno federal les deposita un monto a las familias que forman parte del programa. La retirada se realiza con tarjeta magnética, emitida preferentemente a nombre de la mujer. El valor asignado depende del tamaño de la familia, de la edad de sus miembros e de sus ingresos. Hay beneficios específicos para familias con niños/as, jóvenes hasta 17 años, gestantes y madres en etapa de lactancia. El beneficio promedio pagado por familia es de R$ 167.

 

Sí. Ellas asumen el compromiso de asegurarles la vacunación y el acompañamiento nutricional a los niños y niñas de hasta 7 años de edad. Las embarazadas necesitan hacer las consultas regulares durante la gestación. Niños y niñas de 6 a 17 años deben asistir a la escuela. Actualmente, 15,4 millones de niños y niñas y adolescentes tienen su asistencia escolar acompañada por el programa. Les toca a las municipalidades asegurar que los niños/as y los jóvenes estén en la escuela y monitorear su asistencia, además de garantizarles el acompañamiento de salud a niños/as y gestantes.

 

Sí. Estudios comprobaron que el programa fue el responsable de la reducción de un 58% en la mortalidad infantil por desnutrición. Las tasas de deserción escolar de los alumnos beneficiados en la educación primaria y secundaria son menores que el promedio nacional. La tasa de aprobación de estos alumnos en la educación secundaria es superior al promedio nacional.

 

La puerta de entrada al programa es el catastro único de los programas sociales del gobierno federal. En él, están registradas las informaciones sobre cada familia de bajos ingresos, identificando sus miembros y sus condiciones económicas y sociales: la dirección, las condiciones de vivienda, la situación escolar y de trabajo de cada persona de la familia. El catastro sirve para que los gobiernos federal, estaduales y municipales conozcan mejor a las familias más pobres y organicen la oferta de servicios públicos para esa población. Por lo menos cada dos años, los beneficiarios del Bolsa Familia tienen que actualizar sus datos para seguir recibiendo los recursos.


Esa idea está más asociada a prejuicios que a datos de la realidad. Al contrario, estudios muestran que el 75% de los beneficiados está en el mercado de trabajo (aunque sea de forma precarizada). Pero el deseo de progresar y mejorar de vida es muy fuerte. 1,3 millón de brasileños de bajos ingresos ya se inscribió en el Pronatec-Brasil Sin Miseria, programa de cualificación profesional. Nada menos que un 9,2% de los 4,4 millones de microemprendedores individuales del país es de beneficiarios del programa. Otro dato importante: en diez años, 1,69 millón de familias renunció al Bolsa Familia tras haber mejorado su ingreso per capita. Prueba de la honestidad y del esfuerzo de progresar en la vida de los brasileños más humildes. Contra el prejuicio, los hechos.

 

Estudio del Ipea muestra que para cada R$ 1,00 aplicado en el Bolsa Familia hay un retorno de R$ 1,78 para la economía. Eso significa que el programa viene teniendo un papel fundamental para impulsar el consumo y, por lo tanto, el comercio, especialmente en pequeñas y medianas ciudades del interior del país. Junto con el aumento del salario mínimo, la oferta de crédito y la ampliación de las jubilaciones, el Bolsa Familia viene siendo un impulsor del círculo virtuoso de la economía en esas ciudades. Más consumo, que genera más producción, que genera más empleos, que genera más ingresos y más calidad de vida. Una revolución social.

 

El reto es acabar con la extrema pobreza en el país. Asegurar que ninguna familia tenga un ingreso per capita mensual inferior a R$ 77. La estrategia es la de la búsqueda activa. Muchas de las familias aún no beneficiadas viven en bolsones de pobreza de las grandes ciudades, en lugares distantes o en otras áreas donde el acceso a los programas y servicios públicos es difícil. La idea de la búsqueda activa por medio de equipos volantes es la de que el gobierno no puede esperar que esas familias, que pasan por una serie de privaciones, tengan que encontrar una manera de llegar hasta la presencia del Estado. Es el poder público el que debe ir hasta donde está la extrema pobreza, llevarle servicios públicos y oportunidades a la población más pobre del país, a partir de su registro en el catastro único. 1,2 millón de familias ya fue incluida en el programa desde 2011 por medio de la búsqueda activa.

 


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