Con Lula y Dilma, las micro y pequeñas empresas han conquistado el reconocimiento por el papel fundamental que desempeñan en el crecimiento económico, en la generación de empleo y en la inclusión social. Lula sancionó la Ley General de la Micro y Pequeña Empresa, que, entre otros avances, instituyó el sistema de tributación Supersimple, reduciendo la carga impositiva en hasta 40%. El gobierno Dilma sancionó el Proyecto de Ley Complementaria que reduce las alícuotas de impuesto, eleva el techo de facturación para adhesión al Supersimple - abarcando un mayor número de empresas - e incentiva las exportaciones.
Dilma también creó la Secretaría de la Micro y Pequeña Empresa, con status de ministerio, para ampliar todavía más la capacidad del Estado brasileño de atender a ese importante segmento de empresas - nada más justo para con un sector que representa el 99% del universo empresarial brasileño, el 52% de los empleos formales y el 25% del PIB, según el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae).

El Supersimple entró en vigor en 2007, unificando ocho impuestos (seis federales, uno estadual y uno municipal), reduciendo drásticamente la carga tributaria y estimulando la apertura y formalización de millones de pequeños negocios. Según la Secretaría de la Micro y Pequeña Empresa, son hoy 8,7 millones que optan por ese sistema, entre micro y pequeñas empresas y microemprendedores individuales, responsables de una recaudación de R$ 228 mil millones, entre 2007 y 2013.