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La creación de las cuentas especiales de depósitos en efectivo, más conocidas como cuentas corrientes simplificadas, ha facilitado el acceso de la población de bajos ingresos - en especial los beneficiarios de programas sociales y microemprendedores - a los servicios bancarios en general y, consecuentemente, al crédito. La cuenta simplificada está exenta de tarifas y no exige comprobación de ingreso o dirección. Entre 2011 y 2013, el número de esas cuentas activas saltó de 6,9 millones a 8,7 millones, la mayoría en bancos públicos federales. Alrededor de 3 millones de esas cuentas fueron abiertas por beneficiarios del Programa Bolsa Familia, en agencias de la Caixa Económica.
El uso de la tarjeta de crédito también avanzó. De acuerdo con estudio divulgado en 2013 por la Federación del Comercio del Estado del Rio de Janeiro (Fecomercio/RJ), el número de usuarios de tarjeta más que duplicó entre 2008 y 2012, pasando del 18% al 41%. El avance, según la Fecomercio/RJ, es compatible con el proceso de formalización del mercado de trabajo. La creación de empleos formales significa depósitos en cuenta corriente por parte de las empresas, apertura de cuenta por parte de los trabajadores y mayor acceso de los mismos a herramientas de crédito, como la tarjeta. Además, el crecimiento del rendimiento medio del trabajador contribuyó para el mayor acceso al crédito.