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Los gobiernos de Dilma y Lula ayudaron a derribar paradigmas creados para justificar la opción histórica de gobernantes de privilegiar a los más ricos. La valorización del salario mínimo y los aumentos reales de salarios experimentados por los trabajadores gracias a un desarrollo inclusivo permitió la caída de desigualdades sociales, regionales y raciales. La clase C del Nordeste, por ejemplo, amplió su participación en la población total de la región, creciendo del 28% al 45% entre 2002 y 2012. Por primera vez en la historia, la clase C nordestina supera el número de integrantes de las clases D y E: 23,9 contra 23,7 millones de personas.
Las alcaldías menores no quebraron y la Previsión Social tampoco. Al contrario, el crecimiento económico con distribución de ingreso generó un ciclo benéfico para el país como un todo. Según el Dieese (Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos), el nuevo salario mínimo de R$ 724,00 inyectará en la economía en 2014 la expresiva cifra de R$ 28,4 mil millones.
De los 48 millones de brasileños que poseen rendimientos que tienen como referencia el salario mínimo, 21 millones son beneficiarios de la Previsión Social. Gente trabajadora que durante muchos años contribuyó para el país y hoy merece recibir un poco más por los servicios prestados. Son recursos que van directamente al bolsillo de brasileños de todos los municipios de Brasil, de los mayores a los menores, calentando las economías locales.
La ascensión social de 42 millones de personas a la clase C entre 2003 y 2013 ha repercutido también en la promoción de la igualdad racial. Hoy, de cada cuatro personas atendidas por el Programa Bolsa Familia, tres de ellas son pardas o negras. En el área rural, la clase C duplicó su tamaño, pasando del 21% de la población al 42%.
El promedio de generación de empleos en ocho años de PSDB al frente del gobierno federal fue de casi 630 mil por año. En los 11 años de gobiernos liderados por Lula y Dilma, el promedio queda alrededor de 1,8 millón de empleos formales creados anualmente. O sea, casi 3 veces mayor que el promedio de FHC.
“Como Brasil no crecía, tampoco distribuía. Tenemos ejemplos de países en el mundo que crecen desde hace diez años, 14 años, a un 6% al año, y no hay ninguna mejora en la calidad de vida del pueblo trabajador. Entonces yo quería probar que estaba equivocada la tesis de que había que esperar a crecer para distribuir. Y yo creía que, posiblemente, fuera necesario distribuir para que la economía empezara a crecer. Fue lo que sucedió en Brasil”.
“En Brasil, mucha gente decía: ‘Es posible que el país tenga crecimiento, algunos pocos se enriquezcan y el resto siga en la pobreza’. Celso Furtado fue un economista que dijo que el crecimiento era una cosa y el desarrollo era otra. Un país solo se desarrollaría si, además de crecer la economía, el pueblo creciera también, si los empleos se volvieran cada vez mejores, si cada familia pudiera poner a su hijo en la escuela y verlo llegar a la universidad, si cada familia pudiera tener acceso a la salud... Un gran brasileño que dijo que el desarrollo, para ser desarrollo, debería contener crecimiento económico, generación de empleo y distribución de ingreso, de lo contrario no era desarrollo. Y eso creo que lo estamos logrando en nuestro país. ¿Qué estamos logrando? Estamos logrando asegurar el empleo.”
Sebastião Rodrigues Dantas, microemprendedor en Anastácio/estado de Mato Grosso do Sul
"Yo, a los 58 años de vida, tuve la felicidad de recomenzar mi vida. En primer lugar le doy gracias a Dios y en segundo lugar a Lula. Pues fue a través de la Ley del Microemprendedor Individual, creada por Lula, que recomencé como emprendedor. Y hoy tengo mi microempresa aquí en Anastácio.”
Francisco Rogerio Pinheiro da Silveira, corredor de préstamos en Horizonte/estado de Ceará
"Cuando Lula autorizó que los bancos privados entraran al mercado del crédito consignado, me cambió la vida, al darme la oportunidad de trabajo en el empleo informal. Hoy mantengo a mi familia con mi empleo de corredor de préstamos consignados."
Emerson Tenebra, dueño de un bar en Campina Grande/estado de Paraíba
"En la década de 90 fui papá, con eso, dejé de estudiar para mantener a mi familia. Sin empleo, sin oportunidad, trabajaba como freelance y nunca logré juntar dinero en los gobiernos pasados. En 2004, empecé un emprendimiento, beneficiamiento de aguardiente, después, abrí un bar. Con el bar, hace 6 años, logré amueblar mi casa. Hace poco rendí el Enem (Examen Nacional de Educación Secundaria) para concluir el secundario y quiero, este año, ingresar a la universidad en el curso de Química Industrial. Mis hijas ya están en la universidad gracias al Enem y la vida cambió para mejor.”
Javã Lauriano da Silva, de Jaboatão dos Guararapes/estado de Pernambuco
"El gobierno Lula facilitó el acceso a la educación, al empleo digno y a la casa propia. Hice un curso técnico y hoy estoy en el tercer empleo concursado. Eso me dio condiciones de sacar un crédito para tener mi casa propia. Soy uno de los ex beneficiarios del Programa Bolsa Familia que salió de la pobreza y pasó a la clase C."