En realidad, los gobiernos del presidente Lula y de la presidenta Dilma fueron responsables de la creación de casi 20 millones de empleos formales en 11 años, al paso que FHC creó poco más de 5 millones de empleos durante 8 años. Cuando el PSDB gobernó Brasil, el promedio fue de 630 mil empleos creados al año. Durante las gestiones del PT, ese número fue casi 3 veces mayor, llegando a un promedio de cerca de 1,8 millón de empleos formales creados por año.
Hay críticas en el sentido de que los gobiernos de Lula y Dilma se beneficiaron de tiempos prósperos en la economía mundial y que solo por eso el desempleo ha caído. ¿Es verdadera esa alegación?
El presidente Lula y la presidenta Dilma decidieron que Brasil necesitaba crecer y distribuir el ingreso a la vez - y no crecer primero para después distribuir. Por esta razón, las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras mejoraron tanto en tiempos de bonanza como de dificultades en las economías mundial y brasileña. Bajo esta perspectiva, Brasil enfrentó en 2008 y 2009 la peor crisis de la economía mundial desde el Crash de 1929, y logró mantener un rumbo económico positivo para el país. A lo largo de los años de los gobiernos federales del PT, los empleos formales sobrepasaron los puestos informales - llegando a la relación de 57% para 43% en 2012. Y el desempleo llegó al nivel del 5,5% en 2012, contra más del 12% en 2003.
Con el nuevo mínimo estipulado por la presidenta Dilma en 2014, de R$ 724,00, el salario mínimo presentó un aumento real de más del 70% desde 2003 - de acuerdo con el Dieese, el aumento real es del 72,35% entre 2003 y el inicio de 2014. Esto es, además de recomponer el salario mínimo frente a la inflación, los gobiernos del presidente Lula y de la presidenta Dilma están creando condiciones para que dentro de algunos años el salario mínimo se duplique en términos reales. Para hacerse una idea, cuando Lula asumió la presidencia, en 2003, el mínimo era de R$ 200.
¿La actual fórmula de valorización del salario mínimo logra enfrentar la inflación verificada en el país?
En realidad, la fórmula instituida por el presidente Lula y convertida en ley por la presidenta Dilma trabaja con dos variables. Ella repone la inflación del año anterior, además de añadirle al valor del salario mínimo el crecimiento del PIB en los dos años anteriores - el PIB, o Producto Interno Bruto, corresponde a la suma de todas las riquezas producidas por el país. La fórmula debe ser aplicada hasta 2023, con la expectativa de aproximar cada vez más el salario mínimo de los valores considerados adecuados por las entidades de los trabajadores.
Las políticas de valorización del mínimo, generación de empleos formales, fortalecimiento de la Previsión Pública, entre otras, han generado efectos en cascada en la economía brasileña. Por ejemplo, en 2013, el 84,5% de las negociaciones salariales de más de 300 categorías resultaron en aumentos por arriba de la inflación, según análisis del Sistema de Seguimiento de Salarios del Dieese (Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos). Las subas salariales representaron un incremento de R$ 12 mil millones en el bolsillo de los trabajadores. Y el nuevo mínimo de R$ 724,00 inyectará la expresiva cifra de R$ 28,4 mil millones en la economía del país en 2014.
Los beneficios están llegando a todo Brasil. El total de las políticas de empleo y salario de los gobiernos del presidente Lula y de la presidenta Dilma permitieron que más de 40 millones de brasileños y brasileñas llegaran a la clase media - que con eso se volvió la mayoría de la población del país. Los efectos fueron sentidos en todo el país, en los más variados segmentos. En el área rural, por ejemplo, la clase media se duplicó entre 2002 y 2012, pasando del 21% al 42%. En el Nordeste, salió del 22% para prácticamente duplicar, llegando también al 42%. Además de eso, de cada 100 personas que ingresaron a la clase media en ese período, eran nada más nada menos que 75 negras. Y, finalmente, son 48 millones de brasileños y brasileñas que poseen rendimientos vinculados al salario mínimo, siendo por lo tanto beneficiados por su política de valorización: 21,4 millones de beneficiarios de la Previsión Social, 14,3 millones de trabajadores asalariados, 8 millones de autónomos y 4,2 millones de trabajadores domésticos.
El total de trabajadores formales en Brasil subió de 28,6 millones en 2002 a 47,4 millones en 2012. Con ello, la recaudación de la Previsión saltó de R$ 151 mil millones en 2002 a casi R$ 300 mil millones en 2012. Para las alcaldías, la valorización del salario mínimo y la creación de empleos formales han traído más recursos a la economía local, volviéndola más dinámica y menos dependiente solo de los beneficios de las personas que ya se jubilaron.
De 2003 a 2010, se contrataron 155 mil nuevos servidores bajo el presidente Lula y la presidenta Dilma - el triple de los ochos años de gobierno del PSDB. Se contrataron más docentes, más médicos y más policiales federales. Solo en la Educación, fueron 29.226 nuevos servidores entre 2003 y 2010, de los cuales 14.833 docentes. Las contrataciones representaron un aumento del 50% en la fuerza de trabajo de la educación pública federal en el período. En la Salud, el programa Más Médicos permitió la contratación de 6.658 nuevos profesionales para el área solo en 2013. Ese número ya está alrededor de 14 mil. En el área de la seguridad, hubo aumento de 1.889 Agentes de la Policía Caminera Federal y 3.631 efectivos en la plantilla de la Policía Federal entre 2003 y 2009.
Un estudio elaborado por el Ipea (Instituto de Investigación Económica Aplicada) demuestra que los gastos con personal activo e inactivo de las tres esferas del gobierno se vienen manteniendo en niveles estables en relación al PIB (Producto Interno Bruto) en los últimos años en Brasil. Además de eso, el estudio del Ipea muestra que Brasil tiene 5,52 servidores por mil habitantes. Alemania tiene 6,10 servidores por mil habitantes; México tiene 8,46; los EEUU, 9,82 y Corea del Sur, 11,75 por mil. O sea, las recientes y actuales contrataciones son de gran importancia para que el país cuente con más profesionales calificados para atender a la población, se encuentran en niveles semejantes o incluso inferiores a varios otros países - tanto más pobres como más ricos que Brasil - y se están haciendo sin afectar el equilibrio fiscal del país.